lunes, 29 de agosto de 2011

DESHACERNOS DEL MUNDO

VII. EL FUNDAMENTO EN BASE
AL CUAL NOS DESHACEMOS DEL MUNDO

[La base para hacer frente al mundo es la misma que para hacer frente al pecado. Depende del sentir de la vida divina que obtenemos en nuestra comunión con Dios. Dios no pide que nos separemos inmediatamente de todo lo profano y de todas las cosas que nos usurpan, sino que quiere que nos deshagamos de las cosas que consideramos profanas y que nos usurpan. En la práctica, puede ser que haya cien cosas profanas en nosotros, pero durante nuestra comunión con Dios sólo estamos conscientes, quizás, de diez. Entonces, Dios sólo nos hace que seamos responsables de estas diez; y no de las noventa restantes. No es sino hasta que hayamos alcanzado cierto grado de comunión en vida que podremos percibir las noventa restantes, y tratar con ellas.]
[Hay dos factores que influyen decisivamente en nuestro sentir interior hacia el mundo: nuestro amor hacia Dios y nuestro crecimiento espiritual en la vida divina. Hemos dicho que Dios mismo es la norma en que nos basamos para deshacernos del mundo. Si estamos lejos de Dios, no estaremos conscientes de nuestra condición mundana. Pero una vez que nos acercamos a El, descubriremos muchas cosas mundanas en nosotros. Sólo aquellos que aman a Dios desean acercarse más a El. Por lo tanto, si deseamos deshacernos del mundo, debemos primero amar a Dios.]
[Nuestro sentir interior hacia el mundo también depende de nuestro crecimiento espiritual. Cuanto más avancemos en la vida espiritual y en el conocimiento de Dios, discerniremos el mundo con mayor profundidad. Este discernimiento es el sentir interior que tenemos hacia el mundo, y constituye la base para tratar con el sistema mundial. El grado de nuestro crecimiento espiritual siempre es proporcional al grado en que nos hemos separado del mundo.]

VIII. EL EXTREMO AL CUAL DEBEMOS LLEGAR
AL INTENTAR DESHACERNOS DEL MUNDO

[Los extremos a los cuales llegamos para separarnos del mundo están determinados por la “vida y paz” (Ro. 8:6) que tengamos. Siempre que decidamos separarnos de aquel aspecto del mundo del cual estamos conscientes, debemos hacerlo hasta que tengamos paz y vida interiormente. Ya que estas decisiones dependen del sentir de vida que deriva de la comunión con Dios, en realidad son experiencias de la vida divina. Adoptar esta posición frente al mundo de esta manera hace que experimentemos vida y nos sintamos frescos, radiantes, satisfechos, fuertes, gozosos y en paz. En otras palabras, debemos separarnos del mundo a tal punto que tengamos vida y paz].

IX. LA PRACTICA DE DESHACERNOS DEL MUNDO

A. No amar el mundo

[En 1 Juan 2:15 se nos manda que no amemos al mundo ni las cosas que están en el mundo. Nos dice que si amamos al mundo, el amor del Padre no está en nosotros. No amar al mundo es la base para vencer al maligno. Si amamos al mundo aunque sea sólo un poco, le estamos dando al maligno terreno para que nos venza y nos subyugue.] Cada vez que abrimos nuestro ser al mundo, al sistema de Satanás que es contrario a Dios, perdemos la batalla contra él.]

B. Vencer al mundo por
el espíritu regenerado

[Conforme a 1 Juan 5:4, todo lo que es nacido de Dios vence al mundo.] En este versículo “todo” se refiere al espíritu humano. [Por lo tanto, el espíritu humano regenerado es el que vence al mundo. En cuanto a vencer al mundo, no debemos confiar en nuestra propia habilidad o esfuerzo. Nuestro espíritu tiene la capacidad de vencer a Satanás y al mundo, o sea, al sistema maligno. Pero por nosotros mismos no podemos vencer. Cuando ejercitamos nuestro espíritu, permanecemos en nuestro espíritu y andamos conforme a él, descubriremos que nuestro espíritu tiene la capacidad, mediante la vida divina, de vencer a todas las cosas negativas. Es por eso que necesitamos ejercitar nuestro espíritu para tener comunión con el Señor y orar buscando disfrutarle. Necesitamos también ejercitar nuestro espíritu al invocar el nombre del Señor y al orar-leer la Palabra. Este ejercicio estimula la habilidad de nuestro espíritu para vencer al mundo.
La vida divina en nuestro espíritu es la que tiene la capacidad de vencer al mundo maligno y satánico. Estamos rodeados de tentaciones. ¿Cómo entonces podemos vencer? La vida divina en nuestro espíritu puede vencer a la tentación. Tenemos que ver que nuestro espíritu está mezclado con la vida divina y que es el órgano capaz de vencer al mundo.]
Fuimos creados por Dios, redimidos por Cristo y regenerados por el Espíritu; por lo tanto nosotros somos sólo para El. Pertenecemos a Dios; por consiguiente, debemos ser poseídos y ocupados únicamente por El. Tenemos que deshacernos de cualquier cosa del mundo que nos usurpe. Experimentamos vida y crecemos en vida a medida que renunciamos al mundo. El Espíritu es la fuente de estos tratos disciplinarios y El los lleva a cabo con miras a que crezcamos en la vida hasta alcanzar la madurez en vida.

Preguntas

  1. Explique la diferencia que hay entre el pecado y el mundo.
  2. ¿Cómo se relacionan las tres categorías de las necesidades del hombre con la formación del mundo?
  3. ¿Cuáles son los cinco pasos que hicieron posible la formación del mundo?
  4. Defina el mundo conforme a 1 Juan 2:15.
  5. ¿Cuál es el contenido del mundo? Discuta cada elemento brevemente.
  6. ¿Cómo podemos librarnos del mundo?
  7. ¿De qué elementos consiste el mundo en relación con nuestra vida diaria?
  8. ¿Qué norma usamos para medir la influencia del mundo en nosotros? ¿Cómo puede diferir esta norma entre un creyente y otro?
  9. Mencione los dos factores que influyen en nuestros sentimientos hacia el mundo.
  10. ¿Cómo podemos vencer prácticamente al mundo?

Citas tomadas de las
publicaciones de Lee y de LSM

  1. La experiencia de vida, págs. 67-96.
  2. Versión Recobro, 1 Jn. 2:15, nota 2.
  3. Life-study of First John [Estudio-vida de 1 Juan], págs. 172, 174-175, 320.


(Libro de lecciones, nivel 4: La vida -- Conocer y experimentar la vida divina, Chapter 14, Section 4)

miércoles, 10 de agosto de 2011

COOPERAR CON EL ESPÍRITU SANTO

El Espíritu en nuestro espíritu constantemente se mueve, opera y actúa en nosotros de una manera positiva. En 1 Juan 2:27 se nos dice que la unción que hemos recibido del Señor permanece en nosotros. Este versículo no usa la palabra ungüento, sino la palabra unción, lo cual implica el movimiento o aplicación del ungüento. El ungüento es el Espíritu, y la unción es la acción o movimiento del Espíritu. Por tanto, este versículo comprueba que el Espíritu Santo, que está en nosotros hoy como el ungüento, constantemente se mueve, opera y actúa en nosotros de una manera positiva. Esto es semejante a la electricidad, la cual continuamente circula por toda la casa en forma de corriente. Si no hay corriente, entonces, en la práctica, no hay electricidad. Por tanto, a fin de que haya corriente eléctrica en la casa, la electricidad debe moverse, circular y fluir constantemente en toda la casa. De la misma manera, el Espíritu Santo se mueve continuamente en nosotros.
Sin embargo, el problema que tenemos hoy en día es que la mayor parte del tiempo limitamos, estorbamos e impedimos este movimiento, operación y acción del Espíritu. El problema no es que el Espíritu no esté obrando en nosotros; al contrario, el Espíritu continuamente está obrando. El problema es que nosotros no cooperamos lo suficiente con el Espíritu. Podemos explicar mejor esto con el ejemplo del matrimonio. Un matrimonio es la unión de dos personas, las cuales llegan a ser una sola; sin embargo, si la esposa nunca coopera cuando su esposo actúa, él no podrá hacer nada. Esto es semejante a nuestra relación con el Señor. El Señor se ha mezclado con nosotros y ahora está operando en nuestro interior, pero nosotros no cooperamos mucho con Él. A menudo oramos para que el Señor haga algo, y decimos: “Señor, estamos esperando que hagas algo”, pero no nos damos cuenta de que Él está esperando que nosotros cooperemos con Él. Él quizás nos esté diciendo: “He estado esperando por mucho tiempo a que tú cooperes”. De manera que el problema no es el Señor, sino nosotros. Es importante que nos quede muy claro este principio básico respecto a la necesidad de nuestra cooperación.
Podemos comprobar este principio en nuestra experiencia. Cuando no ejercitamos nuestro espíritu, sofocamos al Espíritu. Esto es como cerrar el tiro de una chimenea. Cuando cerramos el tiro de la chimenea, por donde entra el aire, no circula ninguna corriente de aire para que el fuego pueda arder. Muchas veces nosotros sofocamos al Espíritu de igual manera, impidiéndole que se mueva, unja y arda. Así, en lugar de cooperar con el Espíritu, apagamos el fuego del Espíritu (cfr. 1 Ts. 5:19; 2 Ti. 1:6).
El Espíritu está esperando encontrar una oportunidad para arder. Si simplemente le damos al Espíritu la oportunidad de arder, Él arderá. Por tanto, la responsabilidad recae sobre nosotros. Si quisiéramos encender un fuego, sería ridículo orar al fuego, diciendo: “Fuego, te ruego que ardas”. Si el fuego pudiera hablar, nos respondería: “Tú debes primero cooperar conmigo; tienes que echarme algo para que pueda arder”. No hay necesidad de orar al fuego. El fuego ya está listo y está esperando encontrar la oportunidad para arder; si simplemente cooperamos abriendo el tiro de la chimenea, trayendo madera y echando un poco de combustible, el fuego arderá. Sucede lo mismo con el Espíritu. En el pasado escuché a muchas personas orar de esta manera: “Señor, llénanos del Espíritu Santo. Estamos esperando el derramamiento de Pentecostés”. En la mayoría de los casos esta clase de oración no funcionó. Sin embargo, sabemos por experiencia que siempre que cooperamos con el Espíritu Santo, el Espíritu es liberado.
Debemos tener claro que el hecho de que el Espíritu Santo nos llene u opere no depende del Espíritu Santo, sino de nosotros. Si no cooperamos con el Espíritu o si no estamos dispuestos ni listos, el Espíritu no podrá hacer nada. Lo único que Él podrá hacer es esperar hasta que nosotros estemos dispuestos y listos.


Título/Autor:Ejercicio de nuestro espíritu para la liberacion de nuestro espíritu, El,
by Witness Lee

http://www.librosdelministerio.org/books.cfm?id=%24%24%2AS%20Z%40%20%20%0A

SITIO WEB DE LA IGLESIA EN PADRE LAS CASAS - CHILE

DECLARACIÓN DE FE: Puesto que consideramos a la Biblia como la única y completa revelación divina, tenemos la firme convicción de fe de...