El Fluir del Espíritu (parte 1)

Hay un fluir delante de Dios que llamamos “el fluir del Espíritu”. En cada época Dios se encarga de que esta corriente no se interrumpa y que siempre esté avanzando. El fluir del Espíritu avanza en la iglesias hoy. Hace algún tiempo estuve haciendo una recopilación de los mensajes de Juan Wesley. Puedo agradecer al Señor porque puedo ver cómo el fluir del Espíritu ha avanzado hasta hoy. Si miramos atrás y examinamos a Wesley, por una parte tenemos que reconocer que hizo una enorme labor delante de Dios y que tal vez nuestra vida no se iguale con la suya; por otra parte, la corriente del Espíritu sigue moviéndose de una manera progresiva en el presente.

Tenemos aquí un principio básico: si hacemos lo que Dios quiere hacer en nuestra generación, obtendremos el fluir del Espíritu. Si, por el contrario, permanecemos fijos en el pasado y le exigimos a Dios que haga lo que nosotros pensamos es mejor y más recomendable, quedaremos fuera del fluir del Espíritu. Era aceptable ser un Martín Lutero en el siglo dieciséis, pero no estaría bien ser un Martín Lutero ahora en 1950. Estaría bien ser una señora Guyón en el medioevo, pero no sería suficiente ser una señora Guyón en 1950. Estaba bien ser un Juan Wesley en el siglo dieciocho, pero es incorrecto serlo en 1950. Era aceptable ser un Darby en 1828, pero no lo es en 1950. Dios siempre sigue adelante, y cada instrumento cumple su función para la iglesia. La corriente del Espíritu en la iglesia continúa avanzando.

Hay muchas personas que tienen una debilidad básica: no ven el fluir del Espíritu en la iglesia. Ha habido gigantes espirituales en la iglesia, quienes han traído muchas riquezas espirituales. Nosotros hemos recibido su legado. Santos como Martín Lutero, la señora Guyón, John Nelson Darby, Evan Roberts y la señora Penn-Lewis, nos dejaron un cúmulo de riquezas espirituales. Agradecer inmensamente al Señor por esto. Si en la actualidad lográsemos llegar a ser un Martín Lutero, una señora Guyón, un Darby, un Roberts o una señora Penn-Lewis, seríamos un fracaso, porque no habríamos visto el punto central: el fluir del Espíritu.

En cada época el fluir ha avanzado. Debemos reconocer que la corriente general de la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis, es progresiva. Dios se ha ido revelando de una manera gradual y progresiva en cada época.
Una vez en Hong Kong, un hermano me preguntó acerca de la importancia del libro de Hebreos. Le pregunte: “¿Qué diferencia existe entre el libro de Hechos y el de Hebreos?” El libro de los Hechos, es un libro progresivo. Cuando llegamos al capítulo ocho, no podemos retroceder al capítulo dos. El Señor ya había ido a Samaria. Si regresáramos a Jerusalén, ¿cómo podríamos llegar a los confines de la tierra? Donde está el Señor, está en el camino. El Espíritu Santo deseaba ir a Roma y a los confines de la tierra. Ir a Samaria era el primer paso y a la vez era una preparación para ir a los confines de la tierra. Producir apóstoles entre los gentiles era correcto y era un paso adelante. Después de salir de Jerusalén, sería equivocado tener el deseo de regresar a Jerusalén. Los apóstoles de los gentiles siguieron avanzando hasta llegar a Roma.

El libro de Hebreos nos muestra personas con una de dos identidades: judío o cristiano, pero el libro de los Hechos nos muestra personas con doble identidad: ellas eran tanto judías como cristianas. En Hechos todavía se habla del templo. En aquella época, por una parte, los cristianos visitaban el templo y, por otra, oraban en la reunión: “Señor consagro a Ti mi ser”. Cuando se daban cuenta de que habían pecado, por una parte buscaban la ayuda del sacerdote y por otra, oraban. En aquella época, los cristianos dividían su tiempo entre ser judíos y ser cristianos. Había dos sacrificios, dos perdones y dos ofrendas por el pecado. Estaba la cruz, y había también un animal: el cordero. El libro de Hebreos habla de los cristianos que habían retrocedido al judaísmo: “¿Es usted cristiano o judío?” En Hechos, uno podría ser judío y cristiano al mismo tiempo, pero en el libro de Hebreos, no se podía ser ambos. Se debía escoger entre ser judío o cristiano. Sólo puede haber un Cordero redentor, un sacerdote y un templo. Por lo tanto, Hebreos 10 dice que no dejemos de congregarnos (v. 25). Si dejamos de congregarnos en Cristo, ya no quedará más sacrificio por los pecados (v. 26). Por lo tanto, hay un solo pensamiento básico en el libro de Hebreos; que es un libro progresivo. Debemos avanzar. El fluir del Espíritu está siempre avanzando.

El Fluir del Espíritu - Wathmann Nee

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