El uso de métodos mundanos para atraer a los jóvenes y obtener el aumento

El libro de Hechos nos muestra que la única manera de predicar el evangelio para obtener el aumento de la iglesia es mediante la oración, el Espíritu y la Palabra por medio de ejercitar la fe (Hch. 1:8; 4:31; 6:4, nota 1; 8:4; cfr., 2 Co. 4:13). El Evangelio de Juan nos dice que la manera de llevar fruto que permanezca es morando en Cristo como la vid (Jn. 15:1, 4-6, 8, 16). Al ser uno con Cristo y vivirle a Él, hacemos que las riquezas de la vida divina rebosen hasta alcanzar a otros. Sólo al ser tales personas podemos llevar en otros el fruto de vida apropiado. El apóstol Pablo llevó a cabo su ministerio por medio de vivir bajo el aniquilar de la cruz de Cristo (2 Co. 4:10-12) para que la verdad fuese manifestada (2 Co. 4:2) con el fin de que el evangelio pudiera brillar hacia otros (2 Co. 4:6). El apóstol no utilizó ningún artificio o truco para atraer a las personas. Tales cosas sólo ponen al descubierto la escasez de aquellos quienes los usan. Más bien, los apóstoles llevaron el testimonio de Dios con una humanidad transformada mediante el ejercicio de la fe en el hablar la Palabra en el espíritu basándose en mucha oración.
Introducir cualquier elemento extraño, como la música "rock" o los dramas, arruina el edificio de Dios y provoca la destrucción que proviene de Dios (1 Co. 3:17, nota 1). Dichas cosas son mundanas e involucra una falsa exposición de la carne. Ellas introducen la mundanalidad a la iglesia y llevan de regreso al mundo a los jóvenes quienes participan en esas actividades, amoldándolos a la era presente, contrario a la exhortación de Pablo (Ro. 12:2). Son una mixtura maligna que suscitan un gusto por los métodos mundanos, causando que tanto los participantes como la audiencia sean separados del amor del Padre (1 Jn. 2:15). Tales cosas son impuras y contienen levadura que corrompen tanto a la iglesia como a los creyentes (Mt. 13:33). De hecho, usar el entretenimiento en el servicio a Dios es una forma de idolatría (1 Co. 10:7). Esos métodos no corresponden con la naturaleza divina del Padre, con la obra redentora de Cristo, ni con la obra transformadora del Espíritu como los materiales únicos para el edificio de Dios; y puesto que son madera, heno y hojarasca son buenos nada más que para el juicio de Dios (1 Co. 3:12-15; vea la nota 2 del versículo 12).

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