LAS FUNCIONES DE LA BIBLIA EN NUESTRA EXPERIENCIA



Ahora que entendemos un poco más lo que es la Biblia, podemos ver que podemos hacerla real y experimentarla. La Biblia es un libro de revelación divina, verdad y vida. ¿Qué otro libro está lleno de la vida divina, una vida que podemos obtener y disfrutar? Por la misericordia de Dios, tenemos este libro tangible que nos abre el camino a todas las experiencias espirituales. Al leer la Biblia de una manera apropiada y habitual, podemos entrar a las profundidades de esta realidad.

En nuestra experiencia inicial de Dios

En nuestra experiencia inicial de Dios, la Biblia testifica con respecto al Señor Jesús, nos hace sabios para la salvación y hace que seamos regenerados.
Ellas son [las Escrituras] las que dan testimonio de Mí [Cristo]—Juan 5:39
Las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús—2 Ti. 3:15
Habiendo sido regenerados, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios, la cual vive y permanece para siempre—1 P. 1:23
Algunos han conocido al Señor y le han recibido simplemente al leer Juan 14:6, que dice: “Yo soy el camino, y la realidad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí.” Esta experiencia de salvación testifica del poder de la Biblia como la corporificación de Dios para hacer que una persona sea “sabio para la salvación” y para regenerar a la persona con la vida divina que ella contiene.

Es nuestro alimento

Debemos leer la Biblia porque nuestra vida espiritual depende de ella. Al igual que toda vida, si nuestra vida espiritual no recibe nutrición, se debilitará y marchitará. La Biblia es nuestro alimento espiritual. Es tanto nuestra leche espiritual como el pan de vida. Debemos nutrir nuestra vida espiritual por medio de leer la Palabra diariamente.
Desead, como niños recién nacidos, la leche de la palabra dada sin engaño, para que por ella crezcáis para salvación.—1 P. 2:2
No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios—Mt. 4:4
Tal como nuestra vida física necesita nutrimento, así también nuestra vida espiritual necesita nutrimento. El nutrimento de nuestra vida espiritual solamente puede ser provisto por la palabra de la Biblia. Para ser viviente y fuerte delante de Dios, no podemos depender de pan solamente, sino de toda palabra, esto es, la palabra de la Biblia, la cual procede de la boca de Dios. Debemos tomar la palabra de Dios como alimento, y comerla (Jer. 15:16)...De otro modo nuestra vida espiritual no puede estar fuerte.11
Muchos versículos hablan de la Biblia como nuestro alimento y de la experiencia de aquellos que tomaron la Biblia como su sustento:
Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; / y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón—Jer. 15:16
Guardé las palabras de su boca más que mi comida—Job 23:12
En la misma manera que nuestro alimento físico llega a ser parte nuestra de forma metabólica, cuando tomamos la Biblia como alimento, se produce un cambio en nuestra constitución. Mientras más comemos la palabra de Dios, mucho más seremos llenos y constituidos con Él.
Tal como los alimentos que ingerimos y digerimos nos nutren interiormente al cambiarnos y transformarnos metabólicamente, la Palabra de Dios nos transforma al enseñarnos, redargüirnos, corregirnos e instruirnos interiormente.12
De acuerdo a la revelación completa en la Santa Biblia, las palabras de Dios son buenas para comer y necesitamos comerlas (Sal. 119:103; Mt. 4:4; He. 5:12-14; 1 P. 2:2-3). La palabra de Dios es el suplir divino como alimento para nutrirnos. A través de la Palabra como nuestro alimento, Dios dispensa Sus riquezas en nuestro ser interior para nutrirnos a fin de que seamos constituidos con Su elemento. Este es un aspecto crucial de la economía de Dios. Cuando comemos las palabras de Dios, Su palabra llega a ser el gozo y la alegría de nuestro corazón.13
Si no comemos alimento físico estaremos débiles y con el tiempo moriremos. De la misma manera, cuando descuidamos la Palabra, nos sentimos espiritualmente débiles, secos y muertos. Pero esta situación enfermiza puede ser invertida solamente cuando nos volvemos a Su Palabra y tomamos la nutrición apropiada. Cuando comemos la Palabra, somos reavivados, suplidos y fortalecidos espiritualmente.

Nos da luz

Salmos 119:105 dice: “Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.” Luego el versículo 130 dice: “La exposición de tus palabras alumbra.” Por lo tanto, nuestra lectura de la Palabra tiene un resultado:
Cuando la palabra de Dios es abierta o revelada a nosotros, nos da luz, alumbra interiormente nuestro corazón y nuestro espíritu para impartirnos sabiduría y revelación.14
Cuando la palabra de Dios dice: “Dios es luz”, lleva consigo a Dios como luz.15
Muchas veces hemos experimentado que cuando pasamos tiempo en la Palabra, recibimos el resplandor de Dios como luz en nuestro ser, dándonos entendimiento y llenándonos de luz y revelación.

Nos riega y refresca

Cuando vivimos aparte del Señor y Su Palabra, o cuando el polvo de las cosas viejas y comunes se asienta sobre nosotros mientras hacemos nuestros quehaceres diarios en el trabajo o en la escuela, nos sentimos secos y viejos. Pero debido a que la Palabra es viva y nueva, cuando la leemos somos regados, suplidos y vigorizados.
Goteará como la lluvia mi enseñanza; / Destilará como el rocío mi razonamiento, / Como la llovizna sobre la grama, / Y como las gotas sobre la hierba.—Dt. 32:2
Dios ha enviado Su Palabra para regar a Su pueblo.16

Nos permite tener el hablar del Señor para el momento

Sin la palabra escrita del Señor, nos sería difícil tener Su palabra hablada para el momento. La expresión griega para Verbo usada en Juan 1:1 es lógos, que se refiere a la palabra constante, eterna e inmutable de Dios. Esta palabra constante es necesaria para que nosotros podamos tener la palabra réma, la palabra griega para palabras que se usa en Juan 6:63 la cual denota la palabra hablada para el momento.17 Aunque la palabra lógos está fuera de nosotros, cuando la recibimos llega a ser la palabra réma dentro de nosotros, esta palabra es espíritu y vida. Con frecuencia experimentamos la palabra que hemos leído previamente moviéndose dentro de nosotros como el Espíritu, hablándonos, enseñándonos, reprendiéndonos y corrigiéndonos. Este hablar es la palabra al momento del Cristo que mora en nosotros, es la palabra réma que viene como resultado de recibir la palabra lógos. Necesitamos dejar que la palabra constante more en nosotros ricamente (Col. 3:16) para que la palabra para el momento también more en nosotros (Juan 15:7). Cuanto más tengamos la palabra hablada para el momento, más disfrutaremos Su presencia, más veremos Su revelación y tendremos Su dirección.
Las palabras que Dios dirige al hombre en la actualidad se basan en lo que Él ya dijo. Él raras veces dice lo que no haya expresado en la Biblia...Es muy difícil que una persona reciba la revelación de Dios si desconoce lo que Dios ha dicho en el pasado. Más aún, si Dios desea hablar por medio de nosotros, Él lo hará basándose en lo que Él expresó antes; pero si no sabemos lo que Él ha dicho, no le podremos servir, porque Él no puede expresarse en nosotros. Esta es la razón por la cual necesitamos que la palabra de Dios more en nosotros ricamente, ya que así conoceremos la manera en que Él ha hablado en el pasado y oiremos lo que profiera hoy.18
Fuente: http://www.readhisword.com/Home/Why

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